Sunday, June 2, 2019

Perfectamente imperfecta



Siempre me sentí perfectamente imperfecta. Ese grado de locura, la melena siempre revuelta con unos rizos prudentemente insensatos, las ojeras eternas y la nariz de don Jorge que nunca acepte.  Externa e internamente imperfecta, pero muy perfecta. Siempre despistada, cantaba las viejita y me gustaba la soledad. Como si me hubiera equivocado de tiempo, de era, de planeta. Y así me sentía completa. Completa, imperfecta pero perfecta.

Pero me hiciste dudar. Ya no ponía las viejitas, porque tu mueca me hizo sentir que eran aburridas, y por lo mismo yo era aburrida. Los rizos siguieron siendo rebeldes, pero un día sugeríste que me veía mejor peinada, y no solo tu, muchos más también. Dudé. Y ahora cada que me veo en el espejo, ya no se si me veo bien. Y no solo mi exterior se tambaleo. También mi interior.
Dicen que no hay víctimas, solo voluntarios. Y termine siendo la voluntaria perfectamente imperfecta, aquella hermosa candidata a volverse una mejor yo.

No te lo pedí. No era necesario. Estaba bien siendo yo. Así te gustaba no?

No?

No.

La realidad es que culpables solo soy yo. Yo te deje entrar, tirar todo. Tu, tan perfecto, y lo digo en serio, tan perfecto, tan auténtico, querías perfección a tu alrededor también. Sugeríste, bromeaste, enseñaste, modificaste. Para que yo, tu perfecta imperfecta, solo viera lo que no es, lo que no tiene, lo que no sabe hacer, lo que podría hacer mejor. Yo tuve la culpa, yo deje de cantar, deje de reír a carcajadas y trate de ser solo perfecta. Tu perfecta.

Pero entre más lo intento, más imperfecta me vuelvo. Y más te das cuenta tu. Más rápido giras los ojos, menos me quieres escuchar, menos me sientes, menos me miras. Y yo sigo intentando, a todas horas, hacerlo bien. Que me des una palmada en la espalda y digas que lo hice bien. Sabes algo? Es una bomba de tiempo.

Quizá un día me canse de esto y decida volver a ser yo, la perfecta imperfecta
O te canses tu, y me declares una causa perdida... Una simple y perfecta: imperfecta.

En cualquiera de los casos ganó yo, ganan mis rizos y ganan las de Pedro Infante. Porque volveré a ser yo, la irremediablemente perfecta imperfecta.

No comments:

Post a Comment